Historia de la raza

Se denomina así al conjunto de yeguarizos descendientes puros de los traídos los ibéricos en la época del descubrimiento y conquista de América, y que han adquirido caracteres propios a través de 4 siglos de adaptación al medio ambiente americano.
Eran, en consecuencia de inmejorables condiciones los primeros caballos traídos al Río de la Plata, ya que además de su excelente origen debieron ser elegidos entre los más fuertes y resistentes de la madre patria con el fin de que fueran capaces de resistir las privaciones e inconvenientes de todo orden a que los sometían los largos y penosos viajes transoceánicos de la época.

Una vez en América abandonados en un medio salvaje a raíz de la destrucción de Buenos Aires, comenzó de inmediato una nueva selección, la natural, con el perfeccionamiento fisiológico consiguiente a la áspera lucha por la vida. Cuando Garay repobló la ciudad de Mendoza, a orillas del Plata, los españoles en sus excursiones al Sur sólo encontraron caballos hasta las costas del Salado, es que hasta allí se habían extendido los descendientes de los que trajo el primer fundado de Buenos Aires.

El caballo criollo prestó servicios inapreciables, en las luchas por la organización definitiva del país, también en la organización económica de la nación, el cuidado de las haciendas, la fundación de las estancias. Transcurridos más de tres siglos, que fueron de selección natural para el caballo, comienza su decadencia, cuando llegó la mestización. Cruzar las soberbias manadas criollas con puros de carrera fue casi una obsesión, y tuvo en este caso resultados negativos, se reemplazó una sobresaliente máquina animal, a la que se había llegado mediante la larga selección natural, por un producto de selección artificial en el que se apreciaron más los caracteres externos de conformación y velocidad, que el buen funcionamiento del motor, en virtud del trabajo a que debía ser destinado.

Luego de 50 años los estancieros de que se habían quedado sin buenos caballos de silla. En el año 1910 los ganaderos se convencieron de que para volver a tener buenos y útiles caballos de silla, era indispensable reproducir por selección los pocos ejemplares criollos que iban quedando. En 1916 en Argentina se resuelve abrir los registros Genealógicos de la raza Criolla a fin de controlar la más severa selección. Pero la obra de resurgimiento debió ser completada con las, pruebas funcionales. , Pues sin estas se le restaba energía, rusticidad, energía y demás excelentes cualidades para el trabajo que posee en alto grado el caballo criollo. En Uruguay el caballo criollo tuvo su propia identidad debido al tipo de establecimiento donde se criaban, y por el trabajo de la Sociedad de Criadores siguiendo las directrices del standard de la raza.

Hoy día podemos decir que la orientación de la raza se basa en dos aspectos: funcional y morfológico. En cuanto a lo funcional se distinguen, la Marcha sobre 750 kms en 15 días iniciada en 1946, donde se toma en cuenta la resistencia en el esfuerzo continuado, rusticidad y poder de recuperación. Pruebas de Rienda que evalúan la buena doma, docilidad y ligereza, las paleteadas, la clasificatoria para el Freno de Oro en Brasil; la Integral que consiste en una prueba morfológica y una funcional. Existe también un certificado de calidad para el criador que es el Registro de Méritos, donde accede el reproductor que acredita ya sea por méritos propios y de sus hijos o de estos últimos, condiciones morfológicas y funcionales de valor, que transmite a sus descendientes.

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